"Un blog para mujeres, para madres y padres, y para quienes piensan que cuidar a nuestros hijos desde el momento mismo de la concepción implica cuidar a la sociedad toda. Un espacio para informarnos, apoyarnos, sostenernos, para reflexionar, para promover la maternidad conciente, la lactancia, la crianza piel a piel... un sitio para festejar la femeneidad"

viernes, 13 de junio de 2014

AMAR Y SER AMADO

Hoy escuchaba en la radio que las parejas que logran mantenerse a lo largo del tiempo son aquellas que no tienen hijos. Los hijos serian algo así como un obstáculo -hermosos, agregó el conductor, pero obstáculos al fin- para que la pareja mantenga viva la llama del amor, y también para la realización personal y laboral de ambos. Lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos -dijo otra panelista- es sacarlos fuera de la casa lo antes posible, para que sepan lo que es hacerse hombres... Luego, de casualidad me topé con este texto que adjunto. Mas que nunca creo, que si podemos hacer algo para cambiar las cosas que nos molestan como sociedad, debemos empezar a cambiar la forma de criar a nuestros hijos...
Lic. Paula Napolitano

MADRES DIFICILES
Al lado de la piscina a la que voy a nadar hay otra mucho más chica y de poca profundidad, donde se les enseña a nadar a niños más pequeños. (…)El niño con su boquita fruncida como un pimpollo…se aferraba a la mano de su madre mientras el profesor de natación, desde el agua, lo alentaba a entrar. –No quiero, dijo el niño. El profesor agarró una ranita de plástico. La rana escupió un chorro de agua. El niño se rió, inocente, espontaneo, sorprendido. La tercera vez que el profesor hizo escupir la rana, el chiquito extendió la mano, para tocar el chorro que caía como un arco iris a la piscina. Inmediatamente, sin aviso, el profesor lo tomó por las axilas y, con crocs y remera puestos, lo metió en el agua. El niño gritó. Miraba a su madre, desde la piscina, con los ojitos llenos de lágrimas. Ella, que le había soltado la mano en el mismo instante en que el profesor lo tomó de los brazos, se dió media vuelta. Caminando con firmeza, se metió en el vestuario y se perdió de vista. Recién entonces, el niño, que hasta ese momento había intentado hacerse oír suavemente, empezó a llorar sin consuelo. No pude dejar de pensar en él mientras nadaba. ¿Qué vida le esperaba? ¿Qué confianza podría tener en su madre y en los demás adultos? ¿Cuánta bondad sentiría que el mundo guardaba para él? ¿Llegaría a ser un adulto sano y más o menos feliz? (…) Han pasado unos cuantos meses y aún lo recuerdo…
Extracto de “Madres difíciles”, de Miradas, por Mori Ponsowy, Revista La Nación.

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